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Informe. Pierde el miedo al FTP (1ª parte).

Normalmente, el uso del correo y la navegación por las páginas web oscurecen la existencia de otros servicios disponibles en la red. Salvo el chat, conocido por todos y usado por una minoría de internautas extraordinariamente fieles, el resto se desconoce, lo que limita el uso y disfrute de Internet.

Éste es el caso del FTP, acrónimo inglés que significa protocolo de transferencia de ficheros. En esencia, el FTP consiste en la conexión a un servidor especializado en el almacenamiento de ficheros (que pueden ser programas, datos, imágenes, sonidos, vídeos o cualquier cosa susceptible de digitalización) para que los internautas puedan transferirlos a su ordenador bajo demanda, operación conocida como bajada, o realizar la operación inversa, que se denomina subida. Lógico, ¿no?

Para utilizar el FTP no hace falta nada especial, y de hecho, muchos internautas no son conscientes de que utilizan este servicio cuando bajan su software favorito a través de su navegador. Sin embargo, las capacidades de los navegadores para hacer FTP son bastante limitadas, por lo que es conveniente disponer de un programa específico, conocido como cliente FTP, si se transfieren ficheros de forma regular. Existen muchos programas que cumplen esta función, pero si son buenos cuestan dinero, y si son gratuitos suelen ser muy primitivos y carecen de las funciones más interesantes, tales como el relanzamiento de una transmisión cuando se ha cortado la conexión. Por esta razón, es un verdadero placer el hallazgo de un programa que, siendo gratuito, tenga las prestaciones de los considerados profesionales. Y este es el caso de Cupertino FTP.

En este informe vamos a explicar cómo se utiliza el FTP mediante el programa Cupertino. Amable lector, si te interesa este tema, cuando acabes de leer el informe sabrás lo básico del FTP y dispondrás de un programa que satisfará el 99% de tus necesidades en este campo. Totalmente gratis.

La página web de Cupertino

Obtención.

Primero y principal, cómo obtener el programa. Vamos a buscarlo en la página web de Cupertino, una parte de la cual se reproduce en la imagen anterior. Basta pinchar el enlace de color rojo (Click here to download...) para lanzar una operación de ¡FTP! Naturalmente, éste es el medio habitual, mediante el navegador y sin darnos cuenta de todos los pasos que conlleva una transferencia. Una vez pinchado el enlace y si utilizamos el navegador Explorer, aparece esta ventana:

Se inicia la transferencia de Cupertino

El fichero que contiene el programa se llama Cupertino.zip, y como su extensión indica, se trata de un fichero comprimido en el formato ZIP. Sólo queda indicar el directorio donde se quiere ubicar, e iniciar la transmisión. Se agradece su pequeño tamaño (alrededor de 300 KB.), lo que supone un tiempo de descarga razonable incluso con conexiones lentas, pero el precio a pagar por bajarlo comprimido es que hay que descomprimirlo con algún programa que trate los ficheros ZIP. Si no dispones de ninguno, te aconsejamos FreeZip, que ya comentamos en el artículo dedicado a compresores del número 78.

Instalación.

Una vez depositado el fichero en el directorio elegido para su destino final, como éste, C:\Archivos de Programa\Cupertino\, por ejemplo, se descomprime con la utilidad ZIP correspondiente y se obtienen dos ficheros:

¡Y ya está! Ni instalación ni nada de nada, una de las cualidades de Cupertino es su absoluta falta de instalación. Ni DDLs en el sistema operativo, ni modificaciones en el Registry, ni complicados procesos de desinstalación, ni... Vamos, una joya. Sabiendo dónde está, se puede crear un acceso directo en el escritorio para su ejecución directa, o bien ejecutarlo mediante el explorador de archivos. ¿Qué ocurre cuando arranca Cupertino? Esto:

¡Cupertino está vivo!

Configuración.

No hay mucho que hacer. En el FTP hay que tener en cuenta que el servidor al que nos conectamos, a diferencia de los servidores web, requiere que cada usuario que desee subir o bajar ficheros se identifique mediante un proceso de conexión. Este paso previo, producto de la antigüedad del FTP, permite discriminar a los usuarios que acceden al servidor, pues hace falta disponer de un nombre de usuario y de una contraseña válidos. ¿Qué ocurre cuando un servidor se destina al público en general? Para resolver esta circunstancia se ha generalizado un nombre de usuario conocido como usuario anónimo (anonymous, en inglés, claro), que no necesita contraseña para acceder, aunque la etiqueta de Internet aconseja utilizar la dirección de correo electrónico.

Como comprobarán los lectores que por su desempeño profesional se conectan a algún sistema informático, el FTP se parece mucho a los sistemas que hospedan las aplicaciones de las empresas y organismos oficiales, donde lo primero que se hace al conectarse es suministrar un nombre válido de usuario y una contraseña. En este punto, hay que decir que cada usuario conectado al FTP supone una cierta carga para el servidor, pues a diferencia del web, diseñado a mediados de los 90 pensando exclusivamente en Internet, en sus orígenes el FTP ni soñaba con una red mundial de cientos de millones de usuarios. Por este motivo, la conexión al FTP y la navegación por los directorios del servidor es un poco lenta, en especial cuando el número de usuarios conectados es elevado. Igualmente, es fácil que los servidores más apetecibles denieguen la conexión cuando se alcanza el número máximo de usuarios preestablecido.

La configuración de Cupertino se encuentra siguiendo los menús Tools | Settings, y se compone de una ventana con cuatro pestañas. En la primera lo más importante es la introducción de la dirección de correo electrónico para que se suministre como contraseña cuando el usuario haga FTP anónimo, que así se llama la conexión a los servidores FTP públicos. El resto de tics es mejor dejarlos como figuran en la imagen.
La pestaña de confirmaciones es una precaución necesaria, pues si se configura tal y como aparece en la imagen, se garantiza que Cupertino preguntará antes de borrar o mover un fichero, y antes de desconectarse del servidor FTP. ¿Borrar? ¿Mover? Pues sí, el FTP permite realizar funciones que van más allá de la transmisión de ficheros y se parecen mucho a lo que puede hacer el explorador de archivos, pero con los ficheros del servidor FTP. Interesante, ¿verdad?

En el segunda parte de este informe mostraremos cómo se define en Cupertino un servidor FTP, cómo se accede y cómo se transfieren ficheros en ambos sentidos. ¡No faltes, amable lector!